A veces se hace necesario que no haya susurros, ni palabras en voz baja, ni silencios... a veces la vida te pide y espera que te plantes a decir en voz alta lo que te pasa... y en eso estamos.
sábado, 20 de agosto de 2016
Hice de todo.
Respiré hondo, tomé agua con limón –bicarbonato no, me daba asquito-, comí sano, hice reiki, reflexología, me lei todos los libros que me acercaron, visité todas las páginas de internet que pude…
Me dispuse, me preparé.
Y le puse palabras, lo nombré, lo conté, lo hablé, lo expliqué.
Y me di cuenta que las palabras me protegían, me armaban, me vertebraban como siempre…
Que a fuerza de palabras se diluían los miedos y me hacía más fuerte.
Y seguí -sigo- hablando, nombrándolo, para que no vuelva.
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