lunes, 23 de mayo de 2016

Las formas del amor

Ya habían pasado por mi cuerpo dos cirugías, la mastectomía y la reconstrucción y empezaba a tomar la medicación que debía acompañarme por cinco años más. Sin demasiadas ganas de ir a la farmacia, llamé por teléfono y pedí si me la alcanzaban con un cadete. La farmacéutica, entrañable, más allá de su formación y su oficio, me mandó un lindo paquete envuelto en papel de regalo con mi cajita de tamoxifeno y un arsenal de protecciones adicionales para nada científicas que me llenaron el alma y me desbordaron de lágrimas… Mi poco apego religioso, y las pocas resistencias que me quedaban se derrumbaron de golpe… La fe ajena también me podía curar. O el amor, que es más o menos, lo mismo.

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